A pesar de que no se encuentra dentro del núcleo urbano de Luarca (está a unos kilómetros del mismo), el paseo hasta el encuentro con la Capilla es una delicia para la desconexión. El caminante puede introducirse poco a poco en la parte menos desarrollada de la capital del Concejo de Valdés siguiendo la vera del Río Negro. Entre las sombras de los frondosos árboles y tras pasar el Polideportivo Municipal y el campo de fútbol “La Veigona”, una explana verde se abre paso en el camino.
A simple vista puede parecer un campo, o como nos gusta llamarlo a nosotros “prao”, normal y corriente, pero una vez cruzado el puente (construido en 1968) y bajado la pequeña cuesta, uno se da cuenta de que en ese entorno silencioso (excepto el 22 de Agosto, que se llena de júbilo, camaradería, sidra y empanada) pueden pasar cosas extraordinarias.
Custodiada por árboles centenarios se abre paso la Capilla de San Timoteo. Es un edificio pequeño y humilde. Fue levantada en 1928 por Francisco Suárez Manso, conocido por “Quico I’Ibelia”, junto con la imagen del santo patrón. En ese mismo año, la cofradía se encarga de comprar el “prao” en el que desde 1911 se celebra la fiesta.
Desde sus inicios en 1910, la romería de San Timoteo traspasó fronteras y atrajo a numerosos curiosos. Hoy en día la tradición sigue vigente, y año tras año se ve un peregrinar de familias, amigos, y “acogidos” el 22 de agosto buscando ese momento de festejo y unión que tanto caracteriza al pueblo luarqués.