Luarca, a lo largo de la Historia, fue uno de los principales del Principado de Asturias y en varias ocasiones tuvo que hacer frente a tropas enemigas. En La Atalaya desde el siglo XVI se emplazó un fortín que cerraba el acceso al fondeadero. Se dispusieron en este lugar piezas de a 16 libras dado que su posición elevada hacía muy complicado el transporte de munición más pesada.